Incluso la ausencia de una marca podría ser considerado una marca hoy día, en nuestra sociedad hiper-reflexiva y cuasi «post-digital». Así como muchos todavía usan la expresión «inculto» para señalar algo que no entra en sus estándares culturales, la verdad es que lo inculto si resulta tener cultura. Otra cosa es que no sea la que digieres fácilmente; es decir, lo inculto no existe. Así mismo pasa con las marcas. En realidad, todo cuanto nos rodea tiene una narrativa, personalidad y estilo inherentes y lo interesante de ello es que cuando se dan naturalmente, son genuinos. Este factor de «genuinidad» es de las cosas más difíciles de inyectarle a una marca. En el ebook sobre Reconocimiento de Marca creado por Harold Carvajal, se encuentran más detalles sobre cómo construir una marca relevante. Aquí lo puedes conocer.

Cuando decimos «genuino» nos referimos a lo que fluye fácilmente, sin ser forzado, a lo que es la más pura esencia de algo y en materia de marcas, eso debe destilarse como un anís. Hasta aquí vamos bien, pero cuál es la gran dificultad que se adviene? Pues que muchos de nosotros ni siquiera sabemos aún quienes somos en este universo ni qué vinimos a hacer, entonces nos ponemos el reto de llegar a la «esencia pura» de nuestras marcas. La verdad es que cuando se diseña marca y no se conoce bien la esencia y el porqué se diseñó la Propuesta de Valor, pues será muy difícil ser genuino y real.

Detrás de toda marca hay un producto y este ha sido creado por un ser humano o varios, quienes son sus embajadores; por tanto, dicha marca tiene que comunicar la misma naturaleza que hereda de sus creadores; es decir, no podemos forzar algo a ser lo que no somos nosotros mismos como sus creadores. Tal cual pasa en la música, el cine y el arte en general, los productos más exitosos son aquellos donde se desnuda el alma de los creadores y donde la «pasión» por el tema explorado es validado por el resto de la humanidad como algo legítimo y real; en el caso de las marcas son sus audiencias y avatares. Esa, señores, es la clave. Si queremos crear algo que esté a nuestra altura, debemos ser conscientes y aterrizados sobre realmente cuál es esa altura y si el producto representado por dicha marca realmente es expresado efectivamente por esta.

Por otro lado y para hacer más compleja esta ecuación, la creación de una marca debería basarse en un meticuloso análisis de nuestro avatar, o el cliente ideal que buscamos segmentar con nuestro producto. En otras palabras, una marca que no refleja la naturaleza del cliente ideal, no habla ni se comporta  como él, simplemente está condenada a no conectarse con este cliente ideal nunca. Consecuentemente, es vital estudiar de cerca a mi avatar principal para darle rasgos característicos que los haga converger en mi producto y se dará el gran momento!